Cárceles- fábricas. Brasil es la primera potencia de Sudamérica y su crecimiento, en parte, se debe a que las empresas trasladan su producción a las cárceles. Las empresas no están obligadas a dar de alta a sus trabajadores y la productividad de los reclusos dobla a la de una persona que vive en libertad.Un caramelo muy irresistible para las grandes industrias. Tanto es así, que están encantadas con los presos porque el absentismo laboral no existe.
Presos cobrando 200 euros por 6 horas de trabajo. Todo un chollo para las empresas que venden sus productos a precios de lujo en exclusivas tiendas. Moda de grandes firmas brasileñas echa por presas. Un negocio para los empresarios. Pero lo peor son las necesidades de los españoles. Todos privados de libertad por ejercer de correos de la droga.
Demoledor. De 24 horas del día, pasar 23 encerrados en una celda de 6 metros cuadrados con más reclusos. Levantarse a las 5 de la mañana y una hora más tarde volver al encierro. Los presos, en su hora de libertad son cacheados y obligados a desnudarse. Toda una humillación denunciada por las asociaciones de derechos humanos.
Uno de los testimonios más impactantes fue el de Fernando. Este tinerfeño de 48 años era albañil hasta que la crisis le llevó a dormir en coches abandonados. Comiendo en un albergue una red del narcotráfico contactó con el. Tres años más tarde Fernando está libre pero al no tener dinero para volver a España continúa en el penal a la espera de ser extraditado a España a finales de año.
La mayoría de las cárceles se encuentran fuera de las grandes urbes para evitar el riesgo de fugas,a su alrededor han aparecido pequeños barrios y es que algunas familias han construido sus viviendas cerca de las cárceles para estar más cerca de los suyos. Toda una prueba de amor, estar cerca de tus seres queridos.
Vidas rotas por decisiones desesperadas. Familias destrozadas que solo quieren ven a sus familiares en libertad.