Con este nuevo panorama político en el Parlamento heleno la Unión Europea ha activado la voz de alarma. Grecia preocupa a la Troika y el flamante nuevo presidente ya se ha reunido con los principales representantes europeos. Unos lo apoyan, otros lo detestan. Para unos es sinónimo de mejoría, para otros de miedo y oscuridad. La derecha ha perdido en Grecia que por primera vez en 95 años se quedará sin representación de los Papandreu en el Parlamento. Tras tres rescates financieros, Grecia salió "oficialmente" de la recesión en abril de 2014, nada más lejos de la realidad pues los ciudadanos no han notado, al igual que en España, la mejoría en sus bolsillos.
Eufórico el nuevo presidente heleno ha proclamado el fin del "círculo vicioso de la austeridad" y ha manifestado que Grecia dejaba atrás 5 años de austeridad y sufrimiento. Los recortes sociales, el despido masivo de funcionarios, el cierre fulminante de la televisión pública, eso sí meses después se abrió una nueva con menor plantilla y menor presupuesto, y la suspensión de la paga extra a los jubilados han llevado al país a un caos.
Con la tasa de paro más alta de la Unión Europea y un paro juvenil que alcanza el 26% la pobreza se ha instaurado en el día a día de los griegos que han visto como ni siquiera podían comprar libros escolares para sus hijos. Imagina familias que trabajan sin cobrar, apenas tenían que llevarse a la boca y menos para pagar la luz o el agua. Como las grandes empresas no suelen ponerse en los zapatos del otro, sino pagas la luz o el agua inmediatamente se te corta. Imagina que ni siquiera puedes pagar un seguro médico y te expulsan de el, ya no tienes derecho a la sanidad. Afortunadamente todavía quedan ciudadanos que de manera altruista han abierto centros de sanidad que atienden a los más de tres millones de griegos que se han quedado sin derecho a la sanidad.
Eufórico el nuevo presidente heleno ha proclamado el fin del "círculo vicioso de la austeridad" y ha manifestado que Grecia dejaba atrás 5 años de austeridad y sufrimiento. Los recortes sociales, el despido masivo de funcionarios, el cierre fulminante de la televisión pública, eso sí meses después se abrió una nueva con menor plantilla y menor presupuesto, y la suspensión de la paga extra a los jubilados han llevado al país a un caos.
Grecia no es España y España no es Grecia, esta frase se ha repetido en multitud de ocasiones estos últimos días. La victoria de la coalición de los partidos de izquierda puede ser el preludio de la que se avecina en España. Quedan apenas 5 meses para las elecciones municipales y menos de 10 para la cita clave, las elecciones generales
¿Veremos al homólogo de Alex Tsipras, Pablo Iglesias ganar las elecciones en España? Las primeras reacciones y como queda le tablero electoral lo veremos el próximo 22 de marzo con las elecciones en Andalucía.
Con la tasa de paro más alta de la Unión Europea y un paro juvenil que alcanza el 26% la pobreza se ha instaurado en el día a día de los griegos que han visto como ni siquiera podían comprar libros escolares para sus hijos. Imagina familias que trabajan sin cobrar, apenas tenían que llevarse a la boca y menos para pagar la luz o el agua. Como las grandes empresas no suelen ponerse en los zapatos del otro, sino pagas la luz o el agua inmediatamente se te corta. Imagina que ni siquiera puedes pagar un seguro médico y te expulsan de el, ya no tienes derecho a la sanidad. Afortunadamente todavía quedan ciudadanos que de manera altruista han abierto centros de sanidad que atienden a los más de tres millones de griegos que se han quedado sin derecho a la sanidad.
Ante este panorama triste y desolador los griegos han votado algo totalmente diferente a lo que tenían hasta ahora. La corrupción, un mal del que casi ningún país se libra, también ha tocado a los helenos. El país de la democracia y de los filósofos continúa sumido en una profunda crisis. Ahora queda comprobar si Alex Tsipras podrá cumplir su programa electoral y devolver la ilusión a un país que agoniza lentamente. El hastío y la decepción se ha apoderado de los griegos a la espera de que alguien les devuelva la ilusión y las ganas de vivir.